EPISODIO #005. TU TRABAJO TIENE VALOR SI TÚ SE LO DAS

  • En un mundo donde los productos tangibles se cuantifican fácilmente, el valor de nuestra creatividad puede parecer muy subjetivo. También nos enfrentamos a un contexto donde las percepciones de valor varían, donde los clientes pueden cuestionar los precios que establecemos y donde el síndrome del impostor se convierte en nuestro peor enemigo.

    Como seres creativos apasionados de lo que hacemos, ponemos nuestro corazón, mente, e innumerables horas en cada proyecto, esforzándonos por crear algo extraordinario, pero también, con más frecuencia de la que nos gustaría, libramos una batalla constante y silenciosa con nosotros mismos, preguntándonos si lo que hacemos es realmente valioso.

  • 00:00 | Introducción
    - Valor y subjetividad

    00:47 | El rol de la autoconfianza
    - Por qué dudamos de nosotros mismos
    - Los miedos que afrontamos
    - Qué hacemos con la duda

    07:08 | Comunicar nuestro valor
    - Qué cosas entran en el valor
    - Poner valor a lo intangible
    - El talón de Aquiles
    - Justificar nuestro precio
    - Comunicación con el cliente

    19:54 | Una industria subestimada
    - Emprender en comunidad
    - Las redes sociales
    - Cambios de paradigma

    23:59 | Mentalidad positiva
    - Autoconocerse y emprender
    - Técnicas para cultivar nuestro autoestima
    - Hitos de crecimiento
    - El valor de las experiencias

TRANSCRIPCIÓN

00:47 | El rol de la autoconfianza

[Anto]
La confianza en nosotros mismos y en nuestro trabajo es súper importante a la hora de poner valor a nuestro trabajo y está determinada por varios factores que se relacionan entre sí. Algunos ya los estuvimos mencionando en episodios anteriores:

  • El famoso perfeccionismo, del que tenemos todo un episodio, que nos pone la vara muy alta y nos hace dudar de nosotros mismos porque nuestro trabajo termina estando por debajo de nuestras propias expectativas.

  • El miedo a la crítica, que nos hace preocuparnos por la mirada subjetiva de los demás, muy anclado la idea absurda de que debemos agradarle a todo el mundo.

  • El síndrome del impostor, que puede ser nuestro peor enemigo porque nos dice que no somos suficiente y que no merecemos ser exitosos.

  • La comparación con otros, especialmente con aquellos que consideramos más exitosos o talentosos, olvidándonos de que idealizamos realidades ajenas con una imagen recortada de lo que nos quieren mostrar.

  • El miedo al fracaso, esa idea de que el camino es solo hacia arriba de que solo hay que ir recolectando éxitos, que nos dice que los errores están mal y que nos termina paralizando y no nos deja tomar riesgos.

[Flor]
Sí, sí, a todo. Me parece que todos estos elementos nos afectan pero en mayor o menor medida y que la idea no es erradicarlos sino tratar de saber cómo lidiar con ellos. La duda es algo común, no solo para quienes recién comienzan.

El problema no es dudar. El problema es que la duda nos hace sentir inexpertos porque tenemos la falsa creencia de que un experto es aquel que sabe absolutamente todo. Pero la realidad es que la duda nos interpela a todos los creativos, en mayor o menor medida, independientemente de su nivel de habilidad o de su éxito. Así que puedo empezar con una pregunta que es si tenés alguna herramienta que te ayude a confiar en vos misma en esos momentos en los que empezás a dudar de todo.

[Anto]
Yo creo que tengo varias y que va dependiendo un poco la situación o el motivo de inseguridad que estoy sintiendo.

Como resuelvo todos mis problemas, es que siempre termino auditando, volviéndome como fan del problema que estoy teniendo. Lo indago muchísimo hasta llegar al punto del asunto. Me pongo a hablarlo con alguien, siempre pienso a quién se lo diría, porque a veces tenemos al lado a alguien que por ahí no es el indicado para darnos una solución o para darnos ese comentario pero otras personas sí. Como que tenemos varios amigos, familiares al lado, que podemos elegir con quien hablar y escribo muchísimo.

A mí me gusta mucho hacer journal desde hace tiempo, desde hace muchos años, y suelo escribir para intentar hacerme preguntas a mí misma, forzarme hasta descubrir realmente cuál es el punto en el que me estoy sintiendo insegura o qué es lo que me está trabando, y ahí empezar a trabajarlo. A veces, solo necesito mostrarle con hechos a mi mente que soy capaz de eso. O sea, si es algo que me siento insegura, si es más que nada cuando sale del síndrome del impostor o el perfeccionismo, que me hace sentir insegura de no querer lanzar esto o no querer mostrar esto. Y ahí empezar a mi mente a mostrarle hechos de cosas anteriores. Como, por ejemplo, estoy dudando de vender un curso. Bueno, pero mirá, anteriormente, ya vendí un curso y ya tuve toda esta cantidad de alumnos. Entonces, ¿Qué es lo que hice en ese momento para llegar a esa cantidad de alumnos? Esto. Bueno, listo. Entonces hay que intentar replicar eso.

Me pasó un poco ahora con los nuevos servicios, creo, como eran tan diferentes a lo que hay en el mercado que me preguntaba: ¿Quién va a querer comprar esto? Y después intentar demostrarme que yo soy buena. Hace años que estoy haciendo esto de web. Mirá todo el porfolio que ya tengo. Mirá todo este recorrido para ajustar el proceso y llegar a esto. Y mirá todas estas personas que te mencionaron que tenían este problema y que lo soluciones. Empecé como si yo fuera otra persona, mi mente es otra persona y le estoy mostrando todo.

O sea, tengo la confianza en mí para seguir.

[Flor]
Eso de tratarse como si fueses otra persona está buenísimo. A mí, en primer lugar, primero me gusta decir o decirme que no se equivoca el que no hace. Porque uno de mis mayores defectos, o podríamos decir que es una cualidad y, dependiendo de la situación, es un defecto o es una virtud, es que no soy la persona más espontánea del mundo.

O sea, me gusta mucho pensar las cosas antes de hacerlas o de decirlas. Y en el sobrepensar suele haber mucho cuestionamiento y el tema del cuestionamiento es que cuestionarnos mucho nos puede paralizar. Y otra cosa que me ayuda mucho también es tener procesos definidos para limitar los espacios y los momentos de duda.

La duda en el proceso creativo, o sea, al enfrentar la hoja en blanco, por ejemplo, para mí es algo inevitable, independientemente de cuanto haya trabajado antes para llegar a ponerme frente a la pantalla. Pero al definir estructuras para lo demás, mi creatividad fluye mucho mejor porque mi energía está enfocada y porque yo no tengo que estar reinventando la rueda en cada proyecto: escribiendo el mismo email cada vez, armando los documentos una y otra vez, distintos para cada cliente, viendo cómo voy a entregar cada proyecto.

Entonces, lo que hago es tener ese proceso definido y por ahí pongo una o dos fechas al año para revisar y actualizar mis procesos, y listo.


07:08 | Comunicar nuestro valor

[Flor]
Podríamos decir también que, hablando de lo que es el valor del negocio creativo, que el valor del diseño no se refiere solamente a las cualidades del producto, sino también a los beneficios que aporta, a la experiencia que brindamos.

La experiencia es muy importante, sobre todo cuando brindamos servicios en los que los procesos son largos y necesitamos de la participación activa del cliente. No es simplemente: el cliente me dice quiero desarrollar una marca y nosotros, bueno, trabajamos a puertas cerradas durante todo el proceso y después le entregamos.

No funciona de esa manera, necesitamos siempre de la participación activa. Entonces, por eso me gusta pensar en algunos factores para valorar siempre que voy a plantear un nuevo producto, un nuevo servicio, o incluso para analizar los que ya tengo:

IMPACTO Y BENEFICIO
O sea, qué problemas soluciono con este servicio, con este producto y qué beneficio va a obtener el cliente, que para mí, más allá del económico, primero está el emocional y luego el económico, porque una marca, por ahí hablando en términos de branding, una marca que le da seguridad al cliente, más allá de todas las herramientas que uno le pueda dar gráficas y estratégicas le da mucho más confianza al cliente para vender él mismo. Y eso ya cambia un montón las reglas de juego.

ADAPTACIÓN Y CALIDAD
Adaptación porque soy creativa, tengo la capacidad para generar ideas innovadoras, tengo experiencia y apunto a entregar un trabajo original y apuntando a la excelencia. Pero, ¿A quién me dirijo?

Tal vez no puedo dirigirme a todo el mundo o no soy la persona ideal para trabajar en los proyectos de todo el mundo. Y eso es algo que yo, como profesional, tengo que saber. ¿Con qué mercados me siento más cómoda? ¿Con qué tipo de cliente? ¿Cuáles son mis habilidades y cuáles son mis fortalezas? Y también, obviamente, ¿Cuáles son las debilidades que tengo?

Tal vez en este punto quieras hacerte otro tipo de preguntas, pero a mí por lo menos me pasa que no puedo trabajar en cualquier proyecto o con cualquier cliente. Necesito trabajar a gusto para dar lo mejor de mí. Entonces, tener claro qué clientes se alinean mejor con mis habilidades me sirve porque creo que puedo aportarles más valor.

EXPERIENCIA
Después, también podemos pensar en lo que es la experiencia, más allá de lo que entrego. ¿Cómo es el proceso de trabajar conmigo? ¿Cómo quiero vincularme con mi cliente? ¿Cómo quiere vincularse el cliente conmigo? Porque también antes de plantear los procesos que voy a tener, tengo que pensar en cómo el cliente se va a sentir con esos procesos. Si al cliente le va a servir interactuar conmigo de determinada manera o de otra. En este punto, la clave es que el proceso creativo lo planteo como diseñadora, pero también al tener la experiencia como project manager, la gestión de los proyectos suelo trabajarla bastante porque creo que, además de ayudarme a organizar y priorizar mis tareas, es un valor agregado que puedo brindarle al cliente.

[Anto]
Claro, es que el problema es que todos estos factores no tienen un precio definido. Son todas cosas abstractas y subjetivas. Y por eso se vuelve tan importante y tan desafiante ponerle precio a nuestro trabajo de manera consciente.

Para mí es como el talón de Aquiles de los creativos. Es como lo que nos falta, el precio es donde nos tocan y y nos derrumbamos. En un mundo donde la mayoría de las cosas que consumimos tienen un precio ya establecido, por ejemplo, si vamos el supermercado, la leche de x marca va a estar igual que en el supermercado o muy similar al supermercado de al lado. No va a variar mucho.

Hay muchos rubros, por ejemplo, en los que el tarifario es oficial. Los profesionales tienen que seguir ese tarifario. En el nuestro hay tarifarios, pero no son oficiales que estamos obligados a seguir. Y eso nos pone en evidencia. Nos pone la tarea de nosotros poner el precio. Pero si lo pensamos al revés y vemos la oportunidad que tenemos de poder poner nosotros mismos el precio a lo que valemos, a lo que vale nuestro tiempo, nuestra experiencia, nuestros servicios, para mí es una gran oportunidad.

[Flor]
Sí, es que el tema de poner precio a nuestro trabajo siempre genera estrés, mayormente porque, como hablamos, nos cuesta valorarnos a nosotros mismos.

Y si no nos valoramos nosotros mismos, ¿Qué hacemos cuando necesitamos justificar nuestro precio a los demás, a nuestros clientes? Generalmente lo que pasa cuando no podemos poner en palabras o transmitir el valor que aporta nuestro trabajo al clientes es que terminamos en el círculo vicioso de ver qué más le podemos dar, a ver si agregamos más entregables, o "bueno, le voy a agregar esto" y esto de agregar, agregar, para justificar un precio.

Y con esto nos metemos a nosotros mismos en dos problemas, que para mí son que:

  1. Si lo único que hago es presentarle al cliente una lista de entregables, entonces me va a comparar con otros diseñadores por el precio en función de la cantidad de cosas que voy a entregarle, porque yo no le estoy explicando qué otro valor tiene mi trabajo. Entonces el cliente se limita a leer la lista de cosas que yo le voy a entregar, ver si le sirve o no, y si le cobro más o menos que el de al lado.

  2. Y con el criterio de que solo puedo aumentar el precio si doy más -más cosas tangibles- en algún momento me voy a estancar, porque ¿Cuántas más cosas le puedo agregar a un cliente? O sea, además de que se vuelve un recorrido limitado, al agregar por agregar, nos vamos a encontrar en la situación de que el cliente va a querer recortar entregables para bajar el costo, porque "no, yo todo esto no lo necesito, quería solamente un logo". Y si yo no le estoy explicando todo, todo lo que necesitaba, lo que para mí el cliente necesita, lo que yo sé que necesita y qué valor tiene lo que estoy haciendo, el cliente se va a limitar a eso porque no entiende y no tiene por qué entender. Nosotros tenemos que explicarles o hacerles entender, de la manera que podamos, cuál es el valor de nuestro trabajo. Es una responsabilidad nuestra.

Por todo esto, para mí, la clave está en la comunicación. Hacerle entender a nuestro cliente que el diseño es una inversión y que, si se trabaja a conciencia, puede ser muy rentable para su negocio. El diseño no es un gasto, es una inversión, y no es algo meramente estético, sino que es algo funcional y estratégico. Pero si nosotros, como diseñadores, no estamos convencidos del valor que aportamos, difícilmente podremos comenzar al cliente de ello.

Debemos posicionarnos como expertos en nuestro área, dar seguridad al cliente en todo el proceso, anticiparnos a sus necesidades y ser proactivos en la resolución de problemas. Y con esto, no quiero decir que tengamos todas las respuestas ni que debamos tenerlas, pero sí trabajar para buscar soluciones y movernos con confianza en nuestro ámbito.

Porque si hay algo que aprendí con la experiencia, es que si el proceso no lo controlás vos, el proceso lo controla el cliente, porque donde hay un vacío, alguien se tiene que hacer cargo y si no sos vos el que pone las manos ahí, las manos son de otro.

[Anto]
Tan de acuerdo, tan de acuerdo. Y en estos años fui leyendo y escuchando y tomando masterclasses sobre estrategias de cómo poner precio, hasta yo misma di una clase, porque me pidieron tanto, de cómo yo, por lo menos, tenía la fórmula en ese momento para ponerle precio.

Al final, aprendí a utilizar un poco de cada estrategia porque siento que si, por ejemplo, tomo la cuenta del precio por hora, por mis gastos, me olvido entonces de sumar mi experiencia. Y si utilizo el precio del mercado, no estoy agregando mi diferencial. Y si calculo cuánto quiero de ingresos, no estoy tomando en cuenta lo que vale mi servicio en sí. Y creo que al final es tomar un poco de todo y lo que se adapta a nosotros en nuestro trabajo también.

[Flor]
Sí. Bueno, no vamos a hacer que este episodio se convierta en un "cómo poner precio a tu trabajo", pero podemos compartir algunos pensamientos que tenemos al respecto. A mí por ejemplo, como dice Anto, no me gusta trabajar con tarifas por hora. No me gusta salvo para trabajos muy puntuales, para modificaciones de algún proyecto en particular.

No me gusta en general, pero igual me gusta controlar, por ejemplo, el tiempo que invierto en cada tarea y proyecto. Es uno de los datos de mi negocio que más miro. Lo controlo al finalizar cada proyecto y también mensualmente a nivel general.

Tal vez piensen que es una exageración, pero siempre insisto en que el tiempo es nuestro recurso más escaso. Siempre vamos a poder tener más dinero. El tiempo es el mismo, todos los días es el mismo y no vamos a poder sumar más horas al día. Entonces es un recurso que hay que utilizar muy inteligentemente y tenemos que invertirlo bien. Tener esa información me da la posibilidad de tomar decisiones.

Pongo un ejemplo:
Si cobro 2000, por decir un número redondo, por un servicio de branding, y dedico al proyecto 40 horas netas, estaría obteniendo 50 por hora, sin descontar todos los gastos y sin tener en cuenta que tal vez el proyecto no lo voy a desarrollar en una semana, sino en dos meses.

¿Es rentable para mi negocio? ¿Hay procesos que puedo automatizar, estandarizar o delegar para dedicar menos horas? ¿Cuántos proyectos puedo tomar en simultáneo? ¿Tal vez no debería ajustar ese precio para para que funcione para mí? Y a eso sumemosle el valor más abstracto e intangible de nuestro trabajo, que también era algo que decíamos antes, y que si queremos que nuestro negocio crezca, debemos, además de trabajar en proyectos de clientes, dedicar horas a nuestra propia marca y nuestro negocio debe pagarnos esas horas, ese tiempo, porque es tiempo de trabajo también.

Dejemos de pensar en nuestros negocios como si fuesen un hobby, porque también, más allá del trabajo para clientes, debemos dedicar tiempo, y mucho tiempo tal vez, a nuestro negocio personal. Y luego de evaluar todo eso, seguro pensamos "bueno, y ahora hice los números, pero ¿quién va a pagarme si aumento los precios?".

¿ No te pasa que es el primer cuestionamiento que te hacés cuando vas a formular una propuesta de precios?

[Anto]
Totalmente. Es que ahí aparece el síndrome del impostor. Pero es cuestión de encontrar esos clientes que realmente valoren nuestro trabajo. Y ahí es nuestra tarea, porque nuestros clientes no se van a levantar y van a decir: "Sí, invierto 2000 en identidad visual o lo que sea de esta diseñadora que no conozco, pero ya admiro y ya valoro su trabajo". No funciona así, no nos podemos quedar sentaditos esperando a que vengan, o por lo menos no está el mercado en ese punto todavía. El cliente no va a llegar a nosotros, nosotros tenemos que salir a mostrarnos, a mostrar nuestro trabajo, nuestra experiencia, a mostrarnos como expertos en el tema.

Y todo es un proceso. No hablo solo de crear contenido gratis y subir a Instagram. Hablo también de cuando el cliente se pone en contacto con nosotros y cada punto del proceso, de mostrarles el valor que hay en nuestro trabajo.

Bueno, Juli en el episodio anterior nos contaba que ella tiene una reunión inicial donde le muestra al cliente todo el proceso pero no es solo para decirle todo lo que va a hacer, sino para demostrarle, que lo valore y que se involucre en el proceso. Es un trabajo de ambos lados, desde la comunicación abierta, o sea, de lo que ponemos en las redes sociales, en nuestra web, en nuestro porfolio, y de la comunicación interna que después tenemos con el cliente, el acompañamiento, los videos tutoriales que queramos hacerle, incluso el cierre del proyecto. Es responsabilidad nuestra que el cliente, que no es un experto en diseño, entienda lo que hacemos y el valor que tiene.


19:54 | Una industria subestimada

[Flor]
Con respecto a eso, digamos también esto: nos quejamos por ser una industria subestimada cuando somos los primeros en subestimar y cuestionar lo que hacemos. Dudamos 100 veces cada que tenemos que poner precio a algo y, si te agarra en un mal día, tal vez antes de enviar un correo o algo, le bajas un poquito por las dudas.

Entonces, eso es algo en lo que tenemos que trabajar nosotros. No es culpa del cliente. Creo que hay todo un trabajo que debemos hacer en conjunto, como comunidad creativa, para poner en valor lo que hacemos, empezando obviamente por nosotros mismos y con el cliente como último eslabón. Pero hay un punto clave en el medio, para mí, que es la conexión con colegas. Compartir experiencias, nutrirnos de miradas distintas, y hablar de precios también.

[Anto]
Totalmente. Yo me acuerdo que cuando empecé, nadie tenía sus precios en la web. Nadie terminaba de decirte exactamente cuánto era lo que cobraba. Y yo pensaba: "yo quiero meterme en el mercado y no sé" y le preguntaba a colegas y yo sentía como que nunca te terminaban de decir realmente, no sé si bajaba o subían, pero no daban la impresión de querer realmente, y bueno, era muy difícil, pero creo que las redes vinieron a dar un cambio en general. Y el mercado del diseño no quedó al margen de todo este cambio que hicieron las redes sociales, porque ahora los clientes no compran y se van, sino que están buscando una conexión con el servicio y con el producto. Podemos ver en Instagram -o en cualquier red social- ya no alcanza con subir el porfolio típico con los mockups que se veía antes, sino que buscan una conexión con la persona o con la marca o el estudio al que van a comprar.

Me pasa, y me parece muy curioso, que tengo clientes que estuvieron por mucho tiempo siguiéndome en las redes sociales, me pidieron un presupuesto, aceptaron, trabajamos como clientes y luego de que terminamos, siguen siguiéndome en las redes sociales y comentando y todo, porque claro, se generó una relación más allá de ese trabajo puntual que tuvimos.

Esto nos parece normal porque les pasa a todos los diseñadores ahora pero, hace no muchos años atrás, el emprendedor que necesitaba un diseño no hacía este paso a paso, no hacía esta conexión. La típica, y lo digo porque lo tengo cercano de familiares, era que iban al local del barrio que hacía tarjetas personales, el plotter, hacía cartelería y demás. Cada barrio lo tenía y se acercaban porque necesitaban una pieza gráfica en particular. Pero claro, ahí saltaba con que necesitaban un logo o colores y demás, y ese local se lo terminaba de hacer, terminaban de hacer esa pieza gráfica y se terminaba, se terminaba el trabajo ahí. Como mucho volvían cuando necesitaban otra pieza más. No había una conexión con esa persona, ese local, por sentirse identificado. No, era simplemente si gustó, entraron al local, el precio estuvo bien y accedieron y listo.

Así que ahí está un poco esto que vemos ahora en las redes sociales de que tenemos que agregarle un valor a nuestro trabajo. Con esto igual no estoy diciendo que todos los diseñadores nos volvamos influencers, pero sí que hay un trabajo de la comunicación abierta, de nuestra web, de nuestro porfolio, un agregado en nuestro trabajo que va más allá de nuestros skills. Y un poco va bastante relacionado con autoconocerse, ese agregado. ¿ Qué es lo que tengo yo en particular, o mi estudio que estoy formando, en particular, que tiene que para ofrecer frente a cualquier otro diseñador?


23:59 | Mentalidad positiva

[Anto]
Y emprender va muy de la mano, y cualquiera de cualquier rubro que emprende lo va a decir, es que hay que desarrollar el skill de autoconocerse para emprender. Van de la mano. Emprender ya te obliga a autoconocerte y necesitas autoconocerte para poder seguir emprendiendo, si no, es una batalla que perdés.

En mi caso particular, hacer journal a diario me ayudó muchísimo. Escribo todo lo que tengo en mente. Esto va igual para todos los aspectos de mi vida, pero bueno, en emprender me ayudó mucho y escribo mucho sobre cómo estoy en el presente, cómo me siento y qué es lo que quiero lograr, y tiempo después vuelvo a leerlo. No siempre, sino en momentos en los que necesito. Vuelvo y me sorprendo leyendo sobre versiones mías anteriores, que por ahí ya había olvidado.

Por ejemplo, en mayo compartí en historias de Instagram que estaba un poco desmotivada y estaba un poco insegura con mi trabajo, y me puse a leer mi journal que empecé a principio de año cuando estaba lanzando mi marca, bah, relanzando mi marca y me sorprendí de lo que ya había logrado, de cosas chiquititas que, en mi presente de mayo, ya eran algo cotidiano, y que en enero yo lo quería como objetivo. Me ayudó muchísimo, como que me dio más motivos para seguir.

[Flor]
Me quedo con eso de trabajar nuestra autoestima desde adentro, sin depender 100% de la opinión ajena que, a veces nos condiciona demasiado. Para mí, el autoconocimiento, como dice Anto, es todo, porque te ayuda a armar un negocio, pero no es cualquier negocio, es tu negocio, es de lo que querés vivir. Entonces, necesitas que sea un negocio a tu medida, confiando en que estás tomando las mejores decisiones para vos, sin fijarte tanto en qué hacen los demás, que herramientas usan los demás...

La idea es que esté bien alineado con lo que es nuestra vida personal, que se entrelazan mucho y mucho más cuando tenemos nuestro propio negocio. Y bueno, creo que para cerrar lo que podemos hacer es compartir esos momentos, esos hitos en los que tomamos impulso, ganamos confianza y le dimos un poco más de de valor a nuestro trabajo.

Para mí, mi primer gran hito fue en 2014, que para el cierre del año se alinearon muchas cosas positivas. Me gradué como diseñadora gráfica y, al mismo tiempo, salía finalista de un concurso para jóvenes emprendedores donde armé todo el plan de negocios para un proyecto que al final nunca desarrollé. Pero, esas dos cosas, sucediendo al mismo tiempo, me dieron el puntapié para pasar de freelancer -porque yo ya mientras estudiaba hacía trabajos de diseño más bien chicos- a dueña de mi propio negocio. Yo ya no me considero freelance. Con una propuesta de servicios definida, con objetivos claros y también con un plan de acción.

Mi segundo gran impulso fue en 2018/2019. Para mí 2018 fue el año en el que trabajé sin descanso. O sea, eso es lo único que recuerdo de ese año, prácticamente. Facturé un montón, me puse un montón de metas super exigentes que logré alcanzar y, si bien trabajé en proyectos que me encantaron o que estaban superalineados con los mercados a los que yo apuntaba y todo, no los disfruté. La verdad es que no los disfruté porque mientras trabajaba sin parar, mi tiempo libre lo dedicaba, por ejemplo, a preparar exámenes de inglés porque quería ir a hacer un máster a Londres. Y, para resumir, un día de agosto era tal el burnout que tenía que, mientras trabajaba frente a la pantalla, -obviamente había pasado la noche sin dormir- me quedé sin ver. O sea, veía todo blanco con destellos. Y yo, mientras tanto, seguía tratando de trabajar con ayuda de mi hermano que me tenía que decir qué era lo que estaba haciendo en la pantalla.

En ningún momento dije "voy a dejar de trabajar" hasta que se me empezó a entumecer el cuerpo y no podía ni hacer clic en el mouse. Y ahí dije, "bueno, esto tal vez no es tan pasajero y debería llamar al médico", pero bueno, así estaba a nivel de estrés laboral que no quería ni parar, incluso estando en esas condiciones.

Me hice estudios. No era nada grave, o sí. Era mi cuerpo pidiendo que por favor pare porque no podía seguir más noches sin dormir, trabajando 24/7, no parando ni para comer. Necesitaba realmente bajar un cambio. Entonces eso me hizo replantearme como me estaba tomando mi trabajo y cambiar un poco mis planes.

Así que en enero de 2019, me fui finalmente a hacer un máster pero a Barcelona, no a Londres. Dejé todos los proyectos laborales. Me costó mucho. Me costó mucho porque para mí el trabajo me daba mucha seguridad. O sea, tener plata y estar generando plata te da seguridad, pero estaba muy segura de que quería enfocar mi mente en eso, que por más que no estuviera trabajando, era un año en el que lo que estaba haciendo me iba a dar crecimiento y también profesional.

Igual el personal, el crecimiento personal, creo que fue mucho mayor. Pero también era una apuesta para mi negocio. Así que dejé todos los proyectos laborales y decidí enfocar mi mente en eso, en lo que estaba viviendo, confiando en que luego iba a poder volver a tomar proyectos con muchas más herramientas.

Fue saber el valor que tenía mi trabajo y confiar en las capacidades que tenía, y que iba a poder volver a trabajar. Entonces solté.

Y el último hito, que para mí es el más importante -creo que en este vamos a coincidir un poco las dos- es la maternidad, porque cambió totalmente mis prioridades, mi disponibilidad y el lugar que ocupa el trabajo en mi vida 100%.

Por eso ahora creo que valoro mucho más mi tiempo. Trabajo mucho mi adaptabilidad, bajando expectativas siempre, tratando de ser mucho más realista con lo que me propongo día a día, porque al principio esa parte para mí era la más dura, la de plantearme un montón de objetivos para el día, para la semana, y no llegar nunca.

Y ahora trato de asegurarme de disfrutar lo que hago. Y creo que ese es cierre de mis hitos, llegar a ese punto en el que confías en tu trabajo y decís "bueno, ahora puedo limitarme a esto". No necesito demostrarle a nadie que tengo que tomar 100 proyectos, y puedo disfrutar de lo que hago.

[Anto]
Coincido totalmente con la maternidad. Fue un antes y un después para mí. Para mí es más reciente porque Sarah es más chiquita, y como que todo este proceso que hice es más de estos últimos seis meses. Pero la verdad es que empecé el año pensando "no sé cómo voy a afrontar este año trabajando con un hijo" y termino como "Sarah salvó mi negocio (y mi forma de afrontar el trabajo)" porque, claro, ahora la verdad es que puedo ver el valor en mi tiempo y en mi trabajo que antes lo sabía en la teoría, sí, pero en la práctica me costaba un montón. Poner límites con los clientes, pensar realmente si quiero hacer un proyecto que tengo en mente o no, o sea, si realmente quiero invertir todo ese tiempo. Veo ahora al tiempo como algo más valioso.

Creo que antes, como tenía todo el tiempo del mundo, dejaba todo para mañana o me sumaba muchas cosas. Realmente no veía eso. Y ahora sí, al tener poco tiempo, soy mucho más realista de ese poco tiempo que tengo.

A ver, entendamos que yo los seis meses, previo ser madre, tuve la cuarentena -más que nada la segunda cuarentena que tuvimos acá-. Entonces yo venía de un tiempo en el que me había puesto horarios de oficina y los fines de semana cerraba la puerta de las oficinas y salía. Pero después vino esta segunda cuarentena, que acá en Praga fue como de ocho meses, en el invierno, y estaba todo absolutamente cerrado, solamente abrían los supermercados y las farmacias, y afuera hacía menos 10 grados, así que no había tiempo como para salir y pasear. Estábamos 24/7 dentro de casa. No se podía salir y cayó en que yo trabajara todo el tiempo para mi marca, todo el tiempo. De hecho, fue cuando lancé mi curso de branding porque estaba 24/7 trabajando.

De ahí, caí a quedar embarazada y cuidar a un recién nacido. Fue un cambio bastante abrupto y me costó al principio, pero bueno, ahora ya cambié mi mentalidad. Logré todo este tiempo, este año con Sara, de cambiar mi mentalidad y disfrutar más el presente. Pero el presente hablo de ahora. Ahora estoy grabando un pódcast y estoy concentrada en el pódcast. Ya después veré qué tengo que hacer, qué email tengo que responder, qué vamos a cenar, qué jugar con Sara. Y si estoy jugando con Sara, estoy jugando con Sara y disfrutando con ella. No está mi mente pensando 24/7 en el pasado, presente, futuro, y en qué vamos a hacer en cada una de los aspectos de mi vida, intento centrar mi mente en una sola cosa.

Y otro hito que fue muy importante para mí fue en el 2019 que fue cuando me vine a vivir acá, a Praga. En 2018, yo estaba con clientes de Argentina y en el 2019, cuando vine acá, al principio me mantuve con clientes de Argentina pero después el dólar empezó a subir, agregaron el cepo y fue muy difícil la diferencia de monedas entre el peso argentino y el dólar.

Y además les cobraba a los clientes de Argentina en pesos en mi cuenta de allá y no podía sacarla del país. Así que sí o sí tuve que pasarme a clientes de todo el mundo y pensar en ponerle valor a mi trabajo en otra moneda. Fue algo superraro para mí. Y, más que nada, yo venía con un primer año nada más de freelance 100% y iba al día a día. No tenía estrategia. Iba viendo lo que me salía, probando, poniéndole el precio a mi trabajo a ciegas. Así que ahí sí tuve que ponerme realmente a investigar y aprender y a poner una estrategia y formulas para poner precio, investigar el nuevo mercado en el que me estaba metiendo, ver la competencia, ponerme objetivos, así que fue un antes y un después en mi trabajo, y al final fue por algo externo, una situación externa de un país que impactó en mi trabajo. Pero bueno, eso me hizo replantearme cosas y la verdad que fue un crecimiento.


[Flor]
Al final, podemos leer mucha teoría, pero realmente es nuestra propia experiencia la que nos hace valorarnos de una forma genuina y que sea sostenible en el tiempo.


[Anto]
Esperamos no haberlos dejado con más dudas que certezas, pero por lo menos este pódcast te dé las ganas de comenzar, de reformar, recordar que tu trabajo tiene valor si tú se lo das.


¿TE HA GUSTADO EL EPISODIO O TE GUSTARÍA ESCUCHARLO LUEGO? GUÁRDALO EN PINTEREST


Detrás del Diseño es el espacio donde conversamos de todo aquello que sucede detrás de la pantalla para inspirar a diseñadores y creativos a construir y desarrollar sus negocios con confianza y claridad, porque creemos que las mentes creativas se potencian.

Sabemos que la pasión no es suficiente para tener éxito en el mundo del diseño y que el camino de crear tu propio negocio puede ser solitario y agotador.

Somos Anto Vico (@steptosquare) y Flor Godoy (@florenciagodoy.dg): diseñadoras, madres y dueñas de negocios creativos.

Síguenos en Instagram, @detrasdel.diseno, para unirte a la conversación. ¡Queremos conocerte!

Anterior
Anterior

EPISODIO #006. LAS PUERTAS QUE SE ABREN AL DECIR QUE NO

Siguiente
Siguiente

EPISODIO #004. CONFESIONES DE MENTES CREATIVAS: LOS ERRORES QUE HE COMETIDO EN MI NEGOCIO (+ JULI COSUNDINO)