EPISODIO #006. LAS PUERTAS QUE SE ABREN AL DECIR QUE NO

  • Como diseñadores ambiciosos, es natural querer aprovechar cada oportunidad que se nos presenta, creyendo que decir que sí a todo nos conducirá al éxito y el crecimiento. Sin embargo, en la búsqueda por crecer y establecernos en este mercado competitivo, podemos caer sin saberlo en la trampa del compromiso excesivo.

    El impulso de aceptar cada oportunidad que llega a nuestra puerta puede transformarse en un círculo vicioso de cargas de trabajo abrumadoras, límites muy borrosos y rendimientos de crecientes. Por lo tanto, si alguna vez has sentido demasiada presión luchando por cumplir con los plazos o sintiéndote desconectado de la pasión por el diseño, este episodio es para ti.

  • 00:00 | Introducción
    - El vicio de decir que sí

    00:59 | El poder de decir que no
    - Por qué nos cuesta decir que no
    - Lidiar con la incertidumbre
    - Abrirse a mejores oportunidades
    - Qué significa decir que no

    06:07 | Priorizar nuestra visión creativa
    - Decir que no a proyectos
    - Poner límites con los clientes
    - Los límites para nosotros mismos
    - Incomodidades

    12:30 | Comunicar nuestros límites
    - Un proceso cambiante
    - Animarse a decir que no
    - Decir que no de forma profesional
    - Los beneficios de decir que no
    - Lo que rechazamos al decir que no
    - Arrepentirse de decir que sí

    26:01 | El camino difícil
    - Decir que sí sin pensar
    - Apostar por algo mejor
    - Tomar riesgos
    - La posibilidad de fracasar

TRANSCRIPCIÓN

00:59 | El poder de decir que no

[Flor]
¡Qué difícil decir que no! Empezar a poner límites entra en conflicto con dos cosas que nos enseñaron y condicionan nuestras decisiones o nuestras respuestas y que además nos afectan, creo que especialmente a las mujeres:

  • La primera es que creemos que debemos agradar y complacer a todo el mundo, estar atentas a las necesidades los demás antes que a las nuestras y priorizar esas necesidades ajenas.

  • Y además que debemos poder con absolutamente todo, pero solas. Entonces eso nos genera la necesidad de hacer siempre lo correcto por miedo a decepcionar a otros o a entrar en conflicto. Pero, ¿Qué es hacer lo correcto cuando hablamos de nuestros negocios? ¿Lo correcto para quién?

Rechazar trabajo no parece correcto. Entonces, siempre tendemos a decir que sí. Decir que no a quien solicita nuestra ayuda -por decirlo de alguna manera- tampoco parece una buena acción.

Y si a eso le sumamos toda la incertidumbre que genera decir que no y abrir espacio y tiempo para otras oportunidades cuando tal vez no las tenemos aseguradas, creo que podemos entender un poco más ese miedo. Y no solo estamos haciendo algo que puede hacer que otros se molesten o se sientan decepcionados, sino que además debemos enfrentar:

  • el FOMO (Fear of Missing Out): porque siempre está ese miedo a perder una oportunidad que parece valiosa.

  • La inseguridad financiera: porque, como somos dueños de nuestros propios negocios, decir que no puede resultar en pérdida de ingresos, especialmente si el flujo de trabajo que tenemos aún no es consistente.

  • La sensación de escasez: sobre todo en industrias competitivas como la nuestra. Podemos creer que las oportunidades no abundan y que, si digo que no a la oportunidad que se me presenta, tal vez no haya otra después.

Entonces, al final, decir que no nos puede llevar a mejores oportunidades y a consolidar nuestro negocio. Pero no es tan fácil ponerlo en la práctica.

[Anto]
Cuando logramos entender esto en nuestro negocio es un paso enorme.

Cuando comenzamos, es normal creer que todo el mundo es nuestro cliente ideal o que todo proyecto nos hará crecer y tener experiencia o no saber con certeza qué nos gusta, qué no. El diseño gráfico, la verdad, es muy amplio. Tenemos packaging, identidad visual, papelería, ilustración, y queremos probar todo y decimos que sí a todo.

No está mal al comienzo, pero debemos entender que si achicamos el campo, nos centramos en los proyectos que realmente nos gustan y somos buenos y nos interesan, van a llegar mejores oportunidades y nuestro negocio será más fuerte. Decir que no no es sinónimo de cerrar puertas. Sí es al revés, estamos entendiendo y apreciando dónde poner nuestro tiempo y creatividad para hacer mejores y dar lo mejor de nosotros.

[Flor]
Cuando hablamos de decir que no hablamos de que ese "no" en realidad tiene una finalidad que es positiva, decir que no a algo porque valoramos nuestro tiempo y nuestra energía y los necesitamos para otra cosa, para otros proyectos. Decir que no, plantearnos el no como una posibilidad -porque muchas veces ni lo tenemos como opción, decimos que sí a todo por inercia- es tomar las riendas de nuestros negocios y de nuestro futuro, es decidir qué cosas queremos y también qué cosas no.

No darnos la posibilidad para decidir y decir que sí a todos sin pensar nos puede llevar al burnout, porque seguramente nos encontremos con una agenda tapada de tareas que no nos hacen felices, que no nos llenan, trabajando con gente que no aprecia nuestro trabajo como nos gustaría, perdiendo el balance entre nuestros roles y tareas.

Hace unos días, terminé de leer un libro que se llama "Set Boundaries, Find Peace" de Nedra Glover, donde justamente habla sobre cómo la falta de límites en nuestras relaciones puede llevarnos al burnout y lo común que es esto, justamente por el miedo a la reacción del otro. El tema es que nosotros podemos controlar solo lo que hacemos y decimos nosotros mismos, pero no podemos controlar cómo reaccionan o se sienten los demás con aquello que hacemos.

Entonces, tal vez deberíamos enfocarnos un poco más en lo que nosotros podemos controlar y en nuestro propio bienestar. Porque la otra persona debería enfocarse también en controlar sus propias decisiones y su propio bienestar.


06:07 | Priorizar nuestra visión creativa

[Anto]
Estamos hablando, igual, de decir que no a proyectos, pero esto también se traslada justamente a poner límites o decir que no a clientes.

Si decimos que sí a todo lo que pide el cliente, por más que proyecto sea el de nuestros sueños, nuestro cliente ideal, seamos muy buenos en eso, vamos a terminar agotados. Y estoy 100 % segura de que el resultado no va a dejar contento a nadie, ni el cliente ni el diseñador, Porque me pasó en mi primer año como como freelance. No sabía cómo manejar el proceso de trabajo, no lo tenía definido, no tenía el paso a paso. Me iba adaptando un poco al cliente porque todavía no lo tenía, y en ese momento tampoco tenía límite de cambios porque creía que era mejor contentar al cliente, que quede muy contento con el resultado aunque me tomara muchos cambios, hasta que llegó un cliente con el que pasó eso.

Le dije que sí y me amoldé al cliente y llegamos como hasta el cambio número 10, o no sé si más. Y obviamente, yo estaba agotada, y la clienta me dijo que no estaba contenta con el resultado por más que todos los cambios eran los que me había pedido ella. Lo que pasa es que el cliente no es el creativo, nosotros somos el creativo, los que somos expertos en este campo. El cliente es experto en su marca, y somos nosotros los que, en un punto, tenemos que guiar al cliente para saber transformar eso que tiene en la cabeza en algo visual. Y nosotros tenemos que poner los límites y explicarle y decir "no" muchas veces.

Después de eso, entendí realmente por qué los diseñadores más avanzados que yo hablaban de poner límites en los cambios, porque es necesario darle un margen, una contención al cliente, más allá de que yo no le estaba explicando nada al cliente de cómo era un proceso o de cómo nos manejamos en lo gráfico, las reglas gráficas que puede llegar a tener un logo para funcionar bien.

Le estaba dando infinitos cambios y, claro, no estaba prestando atención a todos. Si yo le daba un límite y le decía que eran cuatro cambios o tres, como hago ahora, el cliente iba a aprovechar al máximo esos tres cambios, iba a estar atento, iba a estar alerta en qué realmente quería para no tener que estar abonando más cambios.

Son esas cosas que pensamos al principio que no vale la pena o no hace falta, y la verdad es que necesitamos decir que no, y necesitamos poner límites en proyectos, a los clientes, en tiempo y demás.

[Flor]
Decías esto y pensaba que los límites son herramientas que nos ayudan a nosotros y a los clientes, nos dan un marco. A veces dudamos al ponerlos porque los tomamos como limitaciones en lugar de límites y parece como que estamos condicionando a la otra persona o que le estamos dando menos de lo que por ahí puede llegar a necesitar. Y al final, pueden ser de mucha ayuda, porque limitar la cantidad de cambios y todo hace que que las respuestas del cliente sean más conscientes, que tengan mucho más sentido porque no es que te va a dar un cambio y mañana cambia de opinión y eso se vuelve una rueda infinita de cambios sin sentido. También ayuda mucho a poner foco.

Creo que es importante, además de poner los límites, obviamente, con los clientes y los proyectos, también poner límites para nosotros mismos. Si tenemos una visión de lo que queremos para nuestra vida y de lo que queremos para nuestro negocio, a veces me pongo a pensar por qué no la seguimos, por qué dudamos tanto y seguimos a donde nos llevan, a donde nos lleva decirle que sí al cliente, a donde nos lleva hacer lo mismo que los demás, sin pensar en cuál es nuestro propósito y a donde queremos llegar nosotros.

Hablando desde mi propia experiencia, hay muchos factores que creo que podemos modificar poniéndonos límites.

Lo comenté en el episodio pasado, que pasé por una etapa en la que trabajaba las 24 horas. Y creo que está bueno tener en cuenta nuestras propias cualidades y experiencias a la hora de ponernos límites, justamente a nosotros mismos, antes de ponérselos al cliente.

Por ejemplo, yo sé que tengo una tendencia a trabajar excesivamente. Entonces, lo que hago es intentar ponerme horarios de trabajo más o menos estrictos. También no comunicarme por WhatsApp -sé que a mucha gente le funciona, a mí no me funciona, porque justamente tiendo estar pendiente de esa comunicación-. Y no me importa qué tan apurado esté el cliente, no apuro mis tiempos de trabajo, que tal vez antes lo hacía. Ahora ya no lo hago.

Y todas estas medidas no son en contra del cliente. Son límites sanos para mí porque yo necesito trabajar pero estando bien primero, porque yo sé que, por ejemplo, si me comprometo con una fecha, quiero cumplirla, y sé que si acorto mis tiempos de trabajo, es mucho más probable que termine recortando necesidades básicas de mi agenda para poder cumplir con el cliente.

Claramente no estoy hablando de este tema siendo una experta en poner límites. Sí es algo que intento trabajar continuamente, y creo que todavía al día de hoy me cuesta decir que no. En algunos casos, logro hacerlo, aunque sea con un poco de duda, pero tomo esa decisión. Sé que al final va a ser un cambio positivo.

Y algo que me quedó mucho de este libro que les comentaba es que poner límites nos va a incomodar siempre, pero es preferible esa incomodidad que de alguna manera nos libera y corta incomodidades futuras y nos hace sentir mejor después, a la incomodidad constante y a la frustración que genera no poner un freno para cambiar esa realidad que nos está molestando.


19:54 | Comunicar nuestros límites

[Anto]
Sí, al final es un trabajo continuo, porque crecemos, crece nuestra marca, entonces los límites, donde tengamos que decir que no, van a ir cambiando. Mis límites este año no son iguales a los del año pasado o al anterior o las solicitudes que estuve rechazando en estos meses, el año pasado las aceptaba, pero no es que estuvo mal antes o después o ahora, sino simplemente que fueron cambiando mis objetivos y mi vida y mi marca.

Cada vez siento que es un poco más fácil. Voy teniendo un poco más de experiencia o quizás esa incomodidad -como vos decías- es cada vez menor, pero creo que igual la dificultad está y es como que tengo que estar siempre alerta de nuevo para ver dónde realmente tengo que poner un freno. Y creo que eso es lo difícil porque no estamos acostumbrados como sociedad, o yo siento que a veces estuve como programada para siempre decir que sí, o siempre ayudar.

A veces me pasa que, si rechazo algún trabajo, siento que yo tengo este conocimiento y no lo estoy compartiendo pero, en realidad, cuando rechazo no es solo por mi bien y por mi marca, para crecer y demás, y porque seguramente no tenga tiempo, sino porque seguro no voy a ser la experta para esa persona. Suele ser en campos en los que yo sí tengo idea pero no soy una experta y seguramente va a haber un diseñador mucho mejor para esa persona.

Es muy difícil. Es muy difícil, pero cuando hay que llegar a rechazar o decir que no a un cliente o alguna propuesta profesional, creo que lo mejor es ser sincero y claro, y no dar vueltas.

A veces por no querer decir que no terminamos dando muchas vueltas y la otra persona no termina de entender si le estamos aceptando el trabajo o si lo estamos rechazando. Entonces, creo que es clave ser sincero y claro. A veces esos son los emails más cortos donde le digo: "Desafortunadamente, tengo que dejar pasar esta oportunidad porque...", y le explico realmente lo que está pasando. "No tengo tiempo", "pasó algo", "No soy experta en esa plataforma". E intento, si tengo a alguien, recomendarle porque creo que así queda como, "Está bien, no puede, me está explicando por qué y la verdad es que tiene razón". Creo que del otro lado se siente como, "Ok, no lo dejó pasar. No fui una persona más a la que le dijo que no, sino que está atenta a que yo igual esté bien". Y digo que a veces recomiendo alguien porque me gusta recomendar alguien que yo sepa que va a estar bien y que va a ser para ese proyecto, así la persona después tiene un buen resultado. Y es como que por lo menos queda en su inconsciente. Si me recuerda en el futuro, va a quedar como "Anto me ayudó con esto y al final salió superbien", hacer lo mejor posible para esa respuesta que es tan difícil. Y eso que a veces se siente como "estoy rechazando trabajo", eso negativo, tratar de transformarlo en algo positivo.

Me acuerdo que la primera vez que dije que no a un trabajo fue rarísimo y estuve muchísimo pensándolo y hablándolo con mi marido, y prácticamente me obligué, me obligué a escribir ese email de esa forma. Y, no me acuerdo exactamente, pero al poco tiempo me llegó una propuesta de un cliente ideal, de esos que uno escribe como "me encantaría trabajar con una marca así, así y así".

Y ahí entendí todo, porque llegó esa marca y yo podía dar mi 100 % con esa marca. Y si hubiera estado con la anterior, la que había rechazado, no hubiera podido dar 100 % porque la creatividad no está todo el tiempo, y no hubiera podido dar realmente todo mi talento y toda mi atención al cliente que realmente quería.

[Flor]
A veces nos da miedo decir que no porque vemos solo las consecuencias a corto plazo. Es un poco esto de "voy a rechazar trabajo", o "¿Qué estoy haciendo? Estoy rechazando que me entre dinero", o "tengo un hueco en la agenda y lo tengo que llenar" . Pero, si vemos más allá, se abren un montón de posibilidades -justamente como mencionaba recién Anto- al decir que no. Y en esas posibilidades aparece la posibilidad de plasmar nuestra propia impronta, porque son las posibilidades que nosotros mismos elegimos, no las que llegan así porque sí.

Dejamos de trabajar como robots para enfocarnos en nuestros gustos, en nuestras características y en nuestros objetivos personales, que me parece que es la mejor manera en la que podemos trabajar, sobre todo porque, como seres creativos, necesitamos trabajar en cosas que nos motiven.

Entonces, podemos decir que no a proyectos que no nos interesan. De esa manera podemos priorizar trabajar con entusiasmo. A mí, al principio, me pasaba que al sentirme obligada a decir que sí, tomaba trabajos que no tenían nada que ver con lo que me gustaba hacer, pero nada, y al final terminaba, tal vez, dilatando los procesos porque no quería sentarme a hacer eso, pero bueno, ya había aceptado. Ya estaba comprometida y lo tenía que ser igual. Entonces me costaba mucho más, demoraba mucho más en hacerlo porque realmente no me gustaba. Y ahora ya no tomo más el proyecto del conocido que se dedica a la metalurgia o a vender impresoras o que tiene cualquier emprendimiento que no se alinea con lo que con lo que yo quiero hacer.

También podemos decir que no a clientes, más allá de los proyectos, a esos clientes que no vibran en nuestra misma sintonía. Diciendo que no a esos clientes nos vamos ahorrar los dolores de cabeza de trabajar con alguien que no valora nuestro trabajo. Ese cliente al que todo le parece fácil porque también se lo podría hacer la sobrina que maneja Photoshop, o que te llama las 22:00 un viernes para un cambio que supuestamente es urgente, después de no responderte por una semana.

Creo que por más que no nos esté sucediendo, podemos detectar cuál es la energía del cliente, si va a valorar nuestro trabajo, con una entrevista inicial como para saber si realmente es el cliente con el que queremos trabajar, más allá de que su proyecto parezca el más hermoso del mundo.

Y otro punto que me parece re importante es que podemos decir que no a tener una agenda tapada de trabajo de lunes a domingo. Yo sé que cuesta mucho -y lo digo por mi propia experiencia- diferenciar el tiempo personal del profesional, sobre todo cuando trabajamos en proyectos propios.

A mí me cambió mucho establecer una agenda con bloques de tareas en la que primero organizo los momentos y espacios personales, para después no tener la excusa de que "Uh, no llegué" o "No pude hacer esto", no. Todo está en mi agenda, porque el espacio personal es tan importante como el trabajo. Entonces, especifico días libres. No quiero trabajar de lunes a viernes o de lunes a sábados, y puedo organizar que un día trabajo para mi marca, otro día me lo dejo libre para hacer algunas actividades mías.

A veces lleva tiempo procesar toda la información, es también un proceso de conocernos a nosotros mismos y saber qué nos sienta mejor. Sé que a veces lleva tiempo, pero es necesario hacer este análisis para saber lo que realmente queremos y tomar decisiones que van a ir modificándose y seguramente con la práctica vayan siendo cada vez más acertadas.

[Anto]
Sí, y creo que ese sería como decirle un no para uno mismo. Y creo que lo de los bloques -como vos decías- por lo menos a mí también me resultó, a veces por bloques o por días. Pero es verdad que a veces ese tiempo libre -que en realidad no es libre, lo necesitas para lo personal-, uno piensa que es, lo asocia con libre y con "Ok, puedo tomar este trabajo". Decir que no, no solamente porque no es el cliente, no es el trabajo, sino no también a una agenda llena. Creo que eso también es un punto muy, muy difícil. A mí a veces me cuesta decidir si sí o si no. ¿Viste cuando es ese punto medio gris? Que decís "sí, lo podría tomar, bueno, pero no, no sé". Y ahí me pongo a pensar -como vos decís-, a veces es el principio que ya nos damos cuenta, porque tuvimos una reunión o algo así, que ese cliente ya está apurado o ya hay algo que no vibra con nosotros. Y pienso en las experiencias malas que tuve en las que muchas veces ya tuve ese presentimiento antes e igual acepté. Y después me arrepentí mucho. Entonces intento meterme en ese día cuando ya acepté la propuesta y el cliente me está saturando y cómo estaba yo en ese momento tratando de conectarme, que a veces se nos olvida. Las experiencias malas se nos olvidan.

Y bueno, ahí decir que no, y pensar en qué ocuparía el espacio. Es un "no, porque así me puedo dedicar a mi web", o "no, porque es hora de dedicarme a esto", pero bueno, cada uno puede desarrollar su propia técnica. Yo por mucho tiempo tuve post-its en la computadora, pegados en la pantalla, que me ayudaban a decidir, tipo, "pensá tres veces antes de aceptar el presupuesto", tenías frases así que me decía a mí misma.

Cuando mencionabas lo del cliente apurado, me hizo acordar a una clienta que tuve, justo después de que retomé, después de la maternidad, y ya en la primera reunión estaba ese apuro. Lo percibí. No me gustó ese apuro que había, pero dije "bueno, estoy recién comenzando, no tengo clientes, puedo". Me autoconvencí de que sí podía y después lo lamenté muchísimo, porque los tiempos son algo que es muy difícil de apurar. Los tengo muy establecidos y tienen un sentido, sobre todo que mi experiencia es que el cliente apurado, es el que después más cambios hace, porque está apurado y no está chequeando las cosas. Entonces, al final se termina haciendo una bola mucho peor, simplemente por haber apurado el proyecto desde principio, haber cambiado mis tiempos de proceso y el cliente vivir en esa vorágine todo el tiempo, que desde el día uno ya estábamos atrasados.

[Flor]
Y es que ese cliente también suele ser el que no tiene las cosas listas para empezar a trabajar. Que quiere que vos te apures pero no se puede empezar si no tienen las cosas listas. Entonces, termina siendo doble dolor de cabeza porque aparte, a veces, uno para ajustarse a los tiempos del cliente, libera su agenda porque dice "bueno, este proyecto lo voy a trabajar en este tiempo, necesito tener la agenda libre" y demás, y al final se atrasa y te arruina todo. Te descompagina todo porque vos te liberaste la agenda para hacerle el favor o para trabajar en ese proyecto puntualmente. Y la verdad es que yo me di cuenta de que eso al final no rinde nunca.

No rinde mentalmente y tampoco rinde a nivel tiempos, porque es acomodar una agenda que ya está organizada para que se ajuste los tiempos del cliente y creo que nunca ninguno de esos clientes fue con el que cerré el proyecto en la fecha que estaba pactada. Eso es algo también para tener en cuenta.


26:01 | El camino difícil

[Flor]
Hablando de esto, decir que sí todo el tiempo es como nuestro proceso casi automático. Me piden que haga un trabajo, bueno, listo, digo que sí y lo hago. Si me vino trabajo, lo hago. Y decir que no, decir que no es el camino difícil.

Porque creemos que las oportunidades están en el sí, pero decir que no es el verdadero camino difícil porque es preguntarnos qué es lo que realmente queremos hacer y accionar, es romper con lo que tenemos establecido, con lo quedamos por sentado para cambiar la realidad que tenemos y que tal vez queremos modificar. Porque se trata de una apuesta, al final.

Podemos tener más o menos claro qué queremos, podemos estar trabajando para llegar ese cliente ideal, pero decir que no es una apuesta. Es una apuesta a que lo que viene es mejor, a que los proyectos que vamos a tener a futuro van a ser mejores. Es también tener confianza en lo que deseamos y dejarnos tiempo para trabajar por esa visión y por esos objetivos. No una decisión tan fácil. Por eso dudamos tanto.


[Anto]
Sí. Y como había mencionado antes, que era un gran paso, decir que no es un gran paso en lo personal y en lo profesional. Conlleva tomar riesgos esperando que pase lo mejor. Porque decir que no es un riesgo porque estamos deseando que aparezca ese cliente ideal. No siempre es así.

En mi caso, tuve muchos fracasos por tomar riesgos, pero al final uno termina aprendiendo más. Me alegro de haber tomado esos riesgos, de no haberme quedado con las ganas, y ya aprendí para la próxima. Siento que a veces es un aprendizaje que hay que vivirlo con un fracaso para aprenderlo.

Entonces, hay veces que se está dudando o quizás están en ese periodo de que todavía no dicen que no a ningún proyecto. Si les está haciendo ruido, si hay algo en lo que ya sienten "tengo que empezar a seleccionar trabajo", "a esto le hubiera dicho que no", empezar a dar el primer paso, lo que nos animemos, lo más chiquito que sea y empezar el aprendizaje. Puede ser que después sea un fracaso o termine siendo lo mejor que nos pasó. Pero creo que el primer paso siempre va a ser para un aprendizaje.

[Flor]
Decías esto y pensaba que puede ser que las decisiones nos lleven a fracasar. Puede ser que digamos que no un proyecto porque queremos apostar a otra cosa y nos vaya mal. Puede pasar, pero igual ese fracaso es mucho más productivo que estar diciendo que sí y quedarnos todo el tiempo enroscados en esos proyectos que te das cuenta que después pasa un montón de tiempo y seguís haciendo lo mismo, seguís haciendo lo mismo todos los días y no hay crecimiento.

No es que esto va a ser un camino exitoso por decidir. No, no va a ser todo éxitos, pero al menos tenés eso, porque se trata de elegir, de elegir cuándo decir que sí, y también cuándo decir que no, muchas veces sin saber las consecuencias reales de nuestras decisiones. Pero siempre es mejor tomar el riesgo que quedarnos con la duda de lo que podría haber pasado.


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